La Iglesia y la homosexualidad

Sé que me estoy metiendo con una cuestión que es controversial en la Iglesia. Es un tema complejo porque confluyen aquí muchas cuestiones, como tabúes, imaginarios culturales, afirmaciones doctrinales e interpretaciones morales. Aunque acá me interesa hablar sólo de lo que pasa en la Iglesia, no pierdo de vista que la homosexualidad, si bien es más aceptada, cultural y socialmente sigue encontrando resistencia.

Como es un tema amplísimo, dejo algo claro de entrada. En este episodio me quiero concentrar en cómo se posiciona la Iglesia frente al TEMA de la homosexualidad, casi como intentando describir un estado de situación. Por eso notarán que hablo más de “homosexualidad” que de “homosexuales”. Capaz sea la parte más difícil, porque las mayores intransigencias aparecen al discutir sobre ideas, que suelen suavizarse cuando conocemos a las personas. Aquí se me ocurre una primera pregunta: ¿no estaremos hablando mucho SOBRE la homosexualidad pero hablando poco CON personas homosexuales? Me queda la inquietud, pero no demos más vueltas: empecemos dándole una mirada a lo que suele generar resistencia en la Iglesia al hablar de homosexualidad. Sin más preámbulo, vamos al hueso!

LAS OBJECIONES

Muchos cristianos rechazan el tema de la homosexualidad por considerarlo parte del “lobby gay”, una especie de agenda mundial anticristiana que incluiría cuestiones como la aprobación del aborto y la eutanasia.

A ver… seríamos muy ingenuos si pensáramos que no existen movimientos organizados, a veces con mucho dinero bancándolos, que promueven ciertos temas. Es totalmente cierto. Pero también tendremos que aceptar que es un prejuicio decir que todas las personas homosexuales pertenecen a estos movimientos o grupos ideológicos. De hecho, me mueve hacer este episodio la vida y la historia de tantos cristianos y cristianas “de a pie”, que descubren su homosexualidad sin ser parte de ningún “lobby”, y no encuentran posibilidad de hacer un camino en la Iglesia.

Alguno me dirá: “sí que tienen posibilidad de hacer un camino en la Iglesia”. Y esa es la segunda objeción de muchos cristianos al tema de la homosexualidad. Éstos piensan que no es necesario hablar sobre la homosexualidad porque se supone que ya todo está claro doctrinalmente. En este caso, la respuesta es sencilla: la persona homosexual debe dejar de tener relaciones homosexuales y vivir una vida célibe.

Este modo de ver las cosas, para mí, tiene que ser urgentemente revisado, porque choca al menos con otras dos cuestiones doctrinales:

– Primero, para que algo sea considerado pecado, tiene que ser elegido libremente. Algunos siguen pensando que la sola condición homosexual es pecado, lo cual contradice la experiencia de los homosexuales que dicen no elegir su orientación sexual.

– Segundo: puede ser que la mayoría ya no considere que el simple hecho de ser homosexual sea pecado, pero sí dirán que se puede elegir tener relaciones sexuales o no. Es cierto, se puede elegir tener relaciones sexuales. Pero cuando a mí me hablaron del celibato en mi formación sacerdotal, me dijeron que el celibato no sólo se elige sino que es una gracia, y que la Iglesia ordena sacerdotes entre aquellos que disciernen que han recibido el don del celibato. Me pregunto: ¿puede obligarse lo que decimos que es un don? Pasa lo mismo con la fe: es don y es tarea, y a todos nos resultaría reprochable obligar a alguien a creer. Pero sí nos parece razonable obligar a alguien al celibato para que pueda ser cristiano. Algo no me cierra.

Sumado a estas dos cuestiones, se me ocurre una tercera, que tiene que ver con el episodio 9 de la temporada 1 de Parresía (que te invito a escuchar si todavía no lo hiciste): ¿por qué seguimos mirando la sexualidad humana sólo como genitalidad? Porque en esta respuesta eclesial, si se evita la genitalidad está todo bien, pero no hay un interés ni por los afectos, ni por los sentimientos, ni por los deseos de la persona homosexual. Seguimos “pontificando” miradas parciales y sesgadas, que no hacen más que lastimar a muchas personas.

“RECHAZAR EL PECADO, PERO NO AL PECADOR”

En muchos ambientes católicos, cuando se habla del tema de la homosexualidad, se cita una famosa frase: “rechazar el pecado, pero amar al pecador”. No es una frase bíblica, sinceramente desconozco su origen, pero es muy conocida.

Una primera impresión de la frase “rechazar el pecado pero amar al pecador” siempre es buena. Porque creo que distingue sanamente a la persona de sus acciones. Y el centro del Evangelio siempre es el amor al otro, haya hecho lo que haya hecho.

Mi problema con la frase es que noto que se utiliza casi exclusivamente para referirse a las personas homosexuales. Piensen la siguiente situación: imagínense que me invitan a un encuentro con políticos y, como considero que la política es un sistema corrupto, digo en mi charla que hay que rechazar el pecado, pero no al pecador. Esos políticos, ¿no se sentirían insultados en su condición? Es más, ¿han escuchado alguna vez decir esa frase dicha a políticos? Yo al menos no. Pero sí la escuché dicha a personas homosexuales.

Acá está mi inquietud. Una frase que a primera vista invita a la compasión, usada para hablar de personas homosexuales termina siendo hiriente e insultante. Si la persona no se define sólo por las relaciones genitales que tiene, ¿cómo separar en este caso a la persona de su forma de amar? ¿Cómo decirle a alguien que su modo de amar es pecaminoso? A mí se me hace evidente que aquí hay mucho todavía por caminar.

ABRIR ESPACIOS DE DEBATE

Pienso que el respeto es sólo el primer paso que en la Iglesia debemos dar para abordar este tema. Inclusive porque hablar sólo de “respeto” no necesariamente implica recibir al otro en su valor. De hecho, podemos “respetarnos” sin nunca “encontrarnos”.

Por eso, considero que en la Iglesia nos debemos espacios serios de debate sobre la homosexualidad. Se me ocurren algunos ámbitos donde es urgente darnos esos espacios, aunque puede haber muchos otros más.

Primero, plantearnos los presupuestos antropológicos, sociológicos, éticos desde los cuales hablamos de la homosexualidad, y poder confrontarlos con los estudios científicos sobre el tema, para tener una mirada lo más amplia posible.

Segundo, aplicar una hermenéutica bíblica correcta a los textos que se suelen citar como contrarios a la homosexualidad. Los avances de la exégesis y de la antropología cultural nos pueden ayudar a evitar lecturas fundamentalistas e ideologizadas.

Tercero, habituarnos a considerar a las personas en su integralidad, para no reducirnos a considerar sólo sus relaciones genitales. También las personas homosexuales construyen un mundo de relaciones, maduran su mundo afectivo, tienen frustraciones, cansancios, alegrías, desarrollos personales, deseos, búsquedas… Si no abrazamos a las personas en todas sus dimensiones, no estamos en sintonía con el Evangelio de Jesús.

Y cuarto, buscar caminos de inclusión pastoral real. Cualquier persona, homosexual o heterosexual, está llamada a la fe y a la madurez en el seguimiento de Jesús, cada uno con su particular vocación. No puede haber persona a la que se le cierre a priori el camino de fe. Y este camino de fe incluye la experiencia de comunidad. Me pregunto si la única forma de inclusión de las personas homosexuales en las comunidades cristianas es a través de grupos explícitamente para personas LGTB o si no debería darse la integración a cualquier grupo o pastoral asumiendo que naturalmente pueden formar parte. Entiendo que grupos específicos ayudan a visibilizar una realidad, pero temo que queden como realidades periféricas que nunca sean abrazadas realmente por el resto de la comunidad cristiana.

CONCLUSIÓN

Este tema de la relación de la Iglesia con las personas homosexuales es amplísimo y da para mucho más. En este episodio sólo intenté plantear una cuestión que hace falta mirar de frente.

Para esta conclusión se me ocurrió traer a la memoria aquella concepción de los antiguos griegos de que el amor apasionado era una enfermedad que se llevaba en la sangre. Tenemos varios ejemplos (antiguos y no tan antiguos) de personajes enamorados a los que se les practicaban sangrías para curar la enfermedad del amor.

¿Qué tiene que ver esto con nuestro tema? Tal vez nada. O tal vez todo. A mí me hace pensar que en una de esas tenemos naturalmente la tendencia a considerar enfermedad todo aquello que no entra en nuestros parámetros. Capaz nos interpele hasta el miedo lo que es distinto, lo totalmente otro.

Los griegos condenaban la desmesura. Los cristianos afirmamos a un Dios que la asume: desmesura del amor que lo lleva a hacerse uno de nosotros y entregar la vida para que todos tengamos Vida y Vida en abundancia.

Tal vez se trate de caminar sus mismos caminos.

2 comentarios sobre “La Iglesia y la homosexualidad

  1. Hace un tiempo escuché el podcast que hiciste sobre este tema. Ahora, casi de ¿casualidad? he llegado aquí y he leido lo publicado.
    Creo que tanto silencio obligado durante años, hace que ya no encuentre las palabras para escribir, pero lo que si hago es agradecer. Agradecer que seas de los que se animan a pensar, a reflexionar, a escribir y a hablar sobre el tema … que es algo más que un tema … porque hay personas involucradas. Habemos personas involucradas. Tambien yo.
    Gracias. Gracias otra vez, tambien por escuchar el dolor del silencio.
    Gracias y hasta la proxima invitacion de lectura.
    Bendecido dia.

    Me gusta

    1. Hola Diego! Gracias por tus palabras! Creo que ése es el enfoque: el que pone en el centro a las personas. Como hizo Jesús toda su vida. Te agradezco la valentía de plantear tu testimonio. Éste es el camino, creo yo: seguir buscando la voluntad de Jesús en todo esto. Te mando un gran abrazo y a tu disposición! Pablo

      Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: